El cerebro está biológicamente alistado para adquirir el
lenguaje desde el instante mismo del inicio de la vida; el proceso de
adquisición del lenguaje requiere la catálisis de la experiencia. Existe una
relación inversa entre la edad y la eficacia del aprendizaje de muchos aspectos
del lenguaje –en general, mientras menor sea la edad de contacto con éste, más exitoso
será el aprendizaje– y la neurociencia ha comenzado a identificar cómo procesa
el cerebro de manera diferente el lenguaje en los niños pequeños, en
comparación con las personas maduras. Esta comprensión es relevante para las
políticas de educación, especialmente en relación con la instrucción de un
idioma extranjero, la que a menudo no comienza hasta la adolescencia. Los
adolescentes y los adultos pueden aprender también un nuevo idioma, pero
presentan mayores dificultades.
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